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FRANCISCO JAVIER BALLESTER / Marca Arte España

Mi primer contacto con la fotografía, allá por el 1985 vino de la mano de la cámara PENTAX P1000 con la que hice un curso de fotografía y me presenté a los primeros concursos sin mucho acierto, pero entendiendo y poniendo en práctica todas la técnica fotográfica y las reglas de composición.

En mi época analógica obtuve sendos premios en los maratones fotográficos de Getafe en los años 1996 y 1997. La primera vez con la foto de una escultura en bronce de dos amantes a la que un haz laser rojo barría con líneas horizontales. La segunda con un mosaico muy al estilo MC Escher, en la que un dedo impreso sobre negativo recorría la imagen como si fuera una carretera.

Pero la verdadera revolución llega en el año 2005 cuando puedo adaptar todo mi material fotográfico a los primeros cuerpos digitales de Canon. Es entonces cuando entro en la que considero mi primera escuela de fotografía seria: Caborian. Un lugar donde aprendí de los mejores sobre composición, tratamiento y procesado digital de la imagen. Maté mi ego y creo que crecí como artista. Realicé para ellos un vídeo en el 2007 para el segundo congreso de Gijón que compilaba muchas de las fotos que allí nacieron y que puso la guinda a un evento inolvidable.

Gracias a las dinámicas del foro, sus apasionantes retos creativos y concursos, en aquellos años que se prolongaron hasta mediados del 2012 produje el mayor porcentaje de fotografías creativas que actualmente tiene mi portafolio. Allí nació la que sería la obra que más me define: La naturaleza muerta titulada “El suicidio del Canario”, así como toda la exposición desarrollada en Torrejón: “Enigmas visuales” de la cual fueron publicadas en los medios varias reseñas:

“Hasta hoy sus galerías fotográficas, publicadas desde el año 2005, las han visitado miles de personas en Internet. Esta es la primera vez que las imágenes saltan del ciberespacio al mundo real, transformándose en algo tangible de cara al público. Aunque su pretensión es captar instantáneas que lleven implícita una historia, pocas veces lo consigue de forma espontánea, con lo cual busca en el estudio fotográfico la manera de trasladar al espectador un mensaje, acertijo o broma visual para su diversión y entretenimiento. Como ejemplo, la imagen que abre la muestra “El suicidio del Canario” que fue presentada a un concurso sobre “Naturaleza Muerta” y en la que queda patente que nada es casual en muchas de sus imágenes preconcebidas.”

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